miércoles, 17 de diciembre de 2008




Los sueños de Helena

Aquella noche hacían cola los sueños, queriendo ser
soñados, pero Helena no podía soñarlos a todos, no había manera.
Uno de los sueños, desconocido, se recomendaba:
- Suéñeme, que le conviene. Suéñeme, que le va a gustar.
Hacían la cola unos cuantos sueños nuevos, jamás
soñados, pero Helena reconocía el sueño bobo, que siempre
volvía, ese pesado, y a otros sueños cómicos o sombríos
que eran viejos conocidos de sus noches de mucho
volar.

Eduardo Galeano
"El Libro de los Abrazos"